Cuando Quetzalcoatl se convirtio en Citlaltepetl

Una de las tantas hermosas leyendas tejidas alrededor de Quetzalcóatl, Serpiente Emplumada, Señor de la Sabiduría, del bien y de los vientos, tiene que ver con el nombre que en la actualidad se le da a la cumbre nevada guardián de Coscomatepec: el Citlaltépetl.


Nadie supo de dónde y cómo llegó Quetzalcóatl, a Tollan, metrópoli de los toltecas, profetizó allí la venida a estas tierras de hombres blancos y barbados procedentes del oriente. Este sacerdote, hombre cargado de sabiduría y de prudencia, se convirtió en el guía de ese pueblo, al que llevó a las excelsitudes del progreso en todos los órdenes.
Pero los toltecas fueron apartándose del recto camino que les trazara y pronto se entregaron invencibles al placer de los sentidos a la pereza y a los vicios. Inútiles fueron las luchas del esforzado varón para redimirlos, y desilusionado huyó de Tollán. Fue un largo peregrinar por los pueblos, hasta llegar a las candentes playas del oriente.
Contempló allí la inmensidad azul de las aguas marinas; formó después una gran pira (hoguera en que antiguamente se quemaban los cuerpos de los difuntos y las víctimas de los sacrificios) con los maderos arrastrados a la arena por el vaivén de las olas, y en el holocausto sublime, por el bienestar de todos los hombres, se aventó a ella. Pronto el cuerpo del sacerdote se consumió y de las cenizas surgió su corazón transformado en estrella.
Las avecillas canoras entonaron sus trinos más delicados al ver que esa estrella, el refulgente lucero de la mañana, Venus, se elevó a los cielos yendo a posarse en los más alto de las nieves perpetuas del majestuoso Poyautécatl, Señor de la Hora del Crepúsculo. Desde entonces ese coloso nevado, vigía de las tierras de Anáhuac, tomó el nombre de Citlaltépetl, Cerro de la Estrella.
Diariamente Venus aparece en las mañanas por el oriente, va ascendiendo al firmamento y al caer la tarde luce radiante al lado del Señor de la Hora del Crepúsculo... el Citlaltépetl al que también se le conoce como Pico de Orizaba.

El Prof. Genaro Solís, cronista de la ciudad de Coscomatepec, en relación a esta leyenda nos dice que Quetzalcóatl en su peregrinar por los pueblos, antes de llegar a su destino final, en las costas de lo que hoy se conoce como Golfo de México, pasó por Cuezcomatepec y subió a la cumbre de uno de los cerros que lo protegen, ahí con tristeza lloró por haber dejado su pueblo, por ese motivo en el lugar donde estuvo sentado no crece la vegetación. Y esa tal vez sea la razón por la que a esa cumbre se le conoce en la actualidad, como Tlachinostépetl (cerro de pastos quemados o cerro quemado) o Chocaman (lugar de lloro y penitencia).